Aberri Eguna de 2022 :: Declaración de ELA

Celebramos este año el 90 aniversario del primer Aberri Eguna. Aquel día de marzo de 1932 el movimiento abertzale realizó una gran manifestación, movilizando a 60.000 personas procedentes de todo el país para manifestarse en Bilbo “como una sola persona”, según los cronistas de la época. Sólo unos días después, el poeta, traductor y periodista solidario Esteban Urkiaga “Lauaxeta” escribía emocionado en el diario Euzkadi: “orain ez daukagu beldurrik… Itzartu gara eta aurrera goaz” (“ahora no tenemos miedo, hemos despertado y vamos hacia adelante”) Creemos que hoy también somos igualmente convocados precisamente a eso: a sacudirnos el miedo, a despertar y a seguir adelante como lo que somos, un pueblo como cualquier otro en el concierto de naciones.

1. Una política para no sucumbir al miedo

Es ya un lugar común decir que vivimos en un contexto de enorme incertidumbre. Pero no podemos obviar lo que nos afecta como pueblo. En unos pocos años hemos sufrido una crisis financiera, económica y social cuyas secuelas (en forma de pobreza, precariedad, deuda…) estamos lejos de haber superado; hemos enfrentado una pandemia en la que aún estamos inmersos y ha acabado con la vida de miles de personas; asistimos ahora a una guerra en Europa, y junto a las personas muertas, las desplazadas se cuentan por millones… Todo esto acontece mientras nuestro sistema-mundo se enfrenta a retos estructurales como el del cambio climático (inducido por la actividad humana y que requerirá de enormes esfuerzos e inversiones en un futuro inmediato) o la crisis de un modelo de globalización capitalista violento y codicioso, al servicio de las grandes corporaciones y fortunas.

De la mano de estas cuestiones de alcance global, y como consecuencia también de las políticas practicadas, asistimos, asimismo, a una serie de fenómenos que acrecientan la vulnerabilidad de los pueblos: una inflación disparada, una electricidad prohibitiva, crisis energética, alimentaria, de suministros y transporte… Todo esto acontece, además, tras décadas de recortes de derechos, prestaciones y servicios a la sociedad, recortes de cuya reversión los gobiernos no hablan, como se ha visto con la reforma laboral, la reforma de pensiones o la política presupuestaria.

A ello hay que sumar el empecinamiento de nuestras instituciones de autogobierno en la doctrina más neoliberal. Incluso cuando han quedado en suspenso las reglas fiscales europeas, nuestras instituciones se jactan de cerrar ejercicios con superávit, oponiéndose a la más mínima reforma fiscal, y ello cuando hay acuciantes necesidades sociales y colectivos que sufren desprotección.

Se habla mucho del descrédito de la política, la crisis de representación y el fortalecimiento de la extrema derecha en este contexto. No hay más que ver la alianza sellada entre el PP y VOX en Castilla y León o el resultado de la primera vuelta en las elecciones presidenciales francesas. Pero para ELA solo hay una manera de recuperar la credibilidad de la democracia, de la política y de las instituciones, que es hacer una política sensible y coherente con las necesidades de las clases populares, ampliando derechos, cuidados, protección social y servicios. Y se requiere para ello un giro radical en las políticas públicas. Como dijimos en el último Congreso, la construcción de una república en Euskal Herria tiene indispensablemente que apoyarse sobre estas bases.

2. Despertar mirando a la realidad tal cual es

Necesitamos “despertar” del sueño inducido de que éste es “el mejor de los mundos posibles” o que estamos “mucho mejor que en España”. Es patente la falta de pulso en la defensa de nuestra identidad y nuestro autogobierno. Basta citar algunos ejemplos: la gestión de la pandemia, la situación de nuestra lengua, el empleo y las condiciones laborales del sector público, el pacto educativo o la ausencia de soberanía energética. Y no se trata tan solo de que el Estado ha erosionado a discreción nuestro nivel competencial; la educación, por ejemplo, hace tiempo que dejó de ser, de facto, una competencia exclusiva, y en materia laboral y protección social seguimos, como hemos visto en la aprobación de la última reforma laboral, sin la garantía de un marco propio. Pero lo que resulta mucho más grave es la manera en que se oculta la erosión que está aconteciendo.

Es cierto que, como nación, atravesamos un momento delicado. Hemos visto los costes enormes de la represión ejercida antes y, sobre todo, durante y tras la consulta en Cataluña sobre el movimiento independentista, y ello con connivencia de la Unión Europea. Y asistimos, igualmente, a un fortalecimiento de las referencias más ultras, hasta el punto de que puede decirse que hoy España es más intolerante, si cabe, ante el hecho nacional que hace unas décadas. Ha quedado igualmente acreditada la negativa del gobierno español a lo largo de su mandato para avanzar hacia un modelo en el que se reconozca la plurinacionalidad del Estado; el bloqueo de la mesa de negociación con Cataluña es una prueba de ello.

Pero dicho todo eso, y conscientes de la dificultad del contexto, consideramos necesario que las fuerzas abertzales y las instituciones denuncien lo que realmente está ocurriendo con el autogobierno. No es cierto, como decía el PNV, que en algunas coyunturas seguir manteniendo lo que se tiene es una victoria. No, al menos, si se hace ocultando la realidad de la erosión de nuestro nivel competencial, como queda patente, por ejemplo en la obra publicada por el Instituto Vasco de Administración Pública (IVAP) y prologada por la Consejera de Gobernanza Pública y Autogobierno, “La erosión silenciosa”. Creemos que es hora de acabar con ese silencio.

Para ello, es necesario que desde la oposición se marquen referencias claras en defensa de nuestro autogobierno y en defensa de contenidos reales. Para ello, hace falta también oposición en las instituciones, y no sólo vagas apelaciones a pactos de país y consenso. Las declaraciones de EH Bildu de esta misma semana llamando a superar el esquema caduco de gobierno-oposición o la reivindicación de una “gobernanza colaborativa” diluyen las referencias críticas que necesitamos.

Necesitamos despertar del sueño de ser una de las naciones sin estado con mayores niveles competenciales del planeta. Hemos de mirar al futuro y ver lo que necesitamos para abordar, como sociedad y como país, los enormes retos a los que nos enfrentamos y dotarnos de un marco de garantías para cuestiones tan frágiles como el futuro de nuestra lengua o los derechos sociales ya citados. El punto de partida, para ELA, solo puede ser el de tener una mirada rigurosa sobre lo que nos sucede. Después tocará medir la correlación de fuerzas y decidir si es el momento de confrontar o no y de qué manera hacerlo. Pero no se puede seguir diciendo que de la mano del diálogo con el Estado y de una presunta bilateralidad –que todo el mundo sabe que no existe– vayamos a avanzar como pueblo.

3.Avanzar como pueblo

Para un sindicato como ELA avanzar significa, antes que nada, fortalecer el poder sindical y la movilización social en pos de nuestros derechos y aspiraciones. El tiempo más riguroso de la pandemia ha supuesto un golpe muy duro para las organizaciones sociales, en su conjunto, y también para el sindicalismo. Hay que recordar que 2019 fue un año récord en términos de conflictividad laboral, y coincidió, también, con el auge del movimiento feminista, la movilización inédita de las personas pensionistas y el movimiento juvenil. El escenario se ha complicado enormemente, y es por ello más necesaria aún la organización colectiva y la movilización.

Es hora de sacudirse el miedo, es momento de despertar y es el momento de avanzar como pueblo. La celebración de este Aberri Eguna es una llamada a fortalecer nuestro compromiso militante para con la clase trabajadora y la república vasca.

Gora Euskal Herria askatuta! Gora Euskal errepublika!

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