Un lunes mas, y van ya 107 desde que en enero del 2018 se comenzaron a reunir, el movimiento de pensionistas ha reiviindicado ante las escaleras del Ayuntamiento de Bilbao su pluralidad, carácter asambleario y transversal, por más que haya quien busque su desunión. «No os canséis, no lo vais a conseguir», ha asegurado Andrea Uña, una de sus portavoces ante los cientos de pensionistas reunidas en la concentración. «Nuestra fuerza está precisamente en la unión en pro de nuestro objetivo común, el mantenimiento del sistema público de pensiones, la defensa del sistema de bienestar y unas pensiones públicas, dignas y suficientes».
Los enemigos del movimiento de pensionistas, según ha manifestado Uña, «no están entre nosotros, sino que son quienes con sus políticas neoliberales y con sus diagnósticos catastrofistas nos quieren echar en brazos de las pensiones privadas, mochilas austriacas, pactos de Toledo, donde no estaremos los y las interesadas, pero sí la patronal, o agentes sociales que sabemos lo que han estado hasta ahora haciendo: recortando derechos y ampliando la edad de jubilación, leyes restrictivas y factor de sostenibilidad que aún está vigente, igual que el 0,25%, que en cualquier momento lo pueden volver a rescatar y sobre todo culpándonos a los pensionistas de que cobramos y vivimos mucho.
La portavoz del movimiento de pensionistas de Bizkaia ha recordado «el éxito del día 30 y la gran movilización», de la que «hemos salido reforzadas. Nuestra fuerza está en la calle, nuestra tabla reivindicativa la vamos a conseguir peleando en la calle, juntos y juntas, llevándolas a las instituciones y a los Gobiernos». Y aquí ha traído a colación la solicitud de «entrevistas con los diferentes partidos políticos de aquí y del Estado, con el presidente del Gobierno central y su vicepresidente segundo, y con el Sr. Urkullu, que esperaremos prudentemente su respuesta y, si no nos contesta, la haremos una visita en el Parlamento de Gasteiz para que nos reciba».
Con la vista puesta en el 8 de marzo
Andrea Uña ha manifestado que el 8 de marzo las mujeres pensionistas «tenemos que decir mucho. Hemos cotizado menos que los hombres, por una parte porque hemos cobrado sueldos más bajos, porque hemos trabajado en empleos infravalorados, en muchísimos casos en la economía sumergida, porque hemos tenido pocas posibilidades de promoción, porque hemos tenido contratos temporales o a tiempo parcial, porque hemos reducido nuestras jornadas para cuidados o nos hemos visto obligadas a pedir excedencias para ayudar a personas dependientes». Uña se ha retrotraído hasta el año 1979, «cuando nos casábamos y nos mandaban con la dote. En definitiva, carreras laborales cortas e insuficientes a efectos de cotización. Por todo eso «solicitamos el derecho subjetivo a una pensión mínima de 1080 euros para todas y también para las viudas, por supuesto».
Uña ha terminado su intervención recordando la necesidad de garantizar la subida de las pensiones anualmente ligada al incremento del IPC, la jubilación anticipada sin penalización para quienes hayan cotizado al menos 40 años, la derogación de las reformas de las pensiones del 2011 y del 2013, un Salario Mínimo Interprofesional de 1200 euros y el rechazo del movimiento pensionista a los beneficios fiscales para los planes de pensiones privadas.
Por eso ha vuelto a recordar que el movimiento de mujeres y hombres pensionistas «seguirá uniendo puentes y acercando orillas, y poniendo nuestras pensiones en el centro, porque la única batalla que se pierde es la que se abandona».