El Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria ha llamado en las concentraciones habituales de los lunes a participar en las movilizaciones convocadas por el movimiento feminista en las capitales y distintos municipios de la geografía vasca.
Para el movimiento pensionista el 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, es un jornada ·”reivindicativa en la lucha contra la desigualdad, la brecha en los salarios y las pensiones, la discriminación y las violencias de género, que este año, en unión con el movimiento feminista queremos enfocarla especialmente para reivindicar que todas las personas tenemos el derecho a ser cuidadas, y aún más en nuestra vejez, y que la tarea debe ser compartida”.
Las mujeres pensionistas han recordado que luchan “por la igualdad salarial, por acabar con la infravaloración de los trabajos feminizados y contra la brecha salarial que crea mujeres trabajadoras pobres y mujeres mayores con ingresos precarios en su jubilación”.
Luchan también por una pensión “de dignidad” que sea como mínimo de 1080 euros, en una Euskal Herria donde más de 200.000 mujeres tienen pensiones por debajo de los mil euros, y miles no llegan a los 700 euros de pensión, “sin olvidar a todas las mujeres mayores que no tienen derecho a ninguna pensión”.
Un sistema de cuidados compartido entre hombres y mujeres
Cara al 8 de marzo las mujeres pensionistas reivindican un sistema de cuidados compartido entre hombres y mujeres y un sistema público universal y de calidad de cuidados para todas las personas. Además reclaman que el trabajo de cuidados sea “reconocido como trabajo con todos los derechos que ello conlleva. Un sistema en el que todas las personas tengan derecho a ser cuidadas con dignidad, y en el cual mujeres y hombres puedan tener la oportunidad de cuidar. Los cuidados no se pueden seguir invisibilizando ni infravalorando y deben ser tomados en cuenta y atendidos con dignidad por las instituciones, ya que sin cuidados a las personas no hay vida”, han afirmado.
Han reivindicado que las mujeres pensionistas siguen dedicando una parte de su tiempo “al mantenimiento de la vida, ocupándonos de cuidad de hijas/os, de nietos/nietas o de otros familiares en nuestro entorno familiar, un trabajo silencioso e invisible que ni siquiera es considerado como tal”.
Al tiempo han reivindicado que desean “ser cuidados y cuidadas, y queremos decidir cómo. La esperanza de vida se ha alargado, pero no dejemos que nos lo echen en cara de forma permanente, ni culpabilicen aquellos que cobran 400.000 euros al año”.