Cuatro niñas saharauis llegan a Leioa con el programa “Vacaciones en paz”

Cuatro niñas de la República Árabe Saharaui Democrárica (RASD) llegaron ayer sábado dentro del programa Vacaciones en paz implementado por asociaciones solidarias con el pueblo saharaui, como Faht en el caso de Leioa.

Este  año han sido 217 los niños y niñas saharauis llegadas a Euskal Herria dentro del citado programa, y permanecerán en torno a un mes en las familias de acogida.

La pandemia ha paralizado durante dos años los viajes de niños y niñas saharauis a Euskal Herria en verano, y, en consecuencia, «muchos niños y niñas han quedado sin recibir los beneficios que ofrece el programa», explica Eli Eizagirre, coordinadora del programa. Los niños y niñas iniciaban su primer viaje con 10 años y con 12 años el último. Este año, por decisión del Frente Polisario, toman parte en el programa niños de ocho años. Eizagirre señala que son «menores» y «más llevaderos» que los niños de 12 años, pero que «siendo tan pequeños necesitan más  a sus madres y empiezan a llorar», añade. Después de un par de días en las familias de acogida, el niño o niña se adaptará fácilmente «en el día a día», según ha asegurado la coordinadora.

«Programa de supervivencia»

Eli Eizagirre aclara que este programa creado en 1979 fue puesto en marcha en Euskal Herria en 1986  «como un programa de supervivencia». «Son refugiados, antes vivían en el Sahara occidental, entonces provincia española. De allí tuvieron que huir al desierto durante la guerra y en los primeros veranos murieron muchos niños. Por eso crearon este programa», explica.

Eizagirre hace hincapié en que, a pesar del transcurso de los años, sigue siendo un programa de supervivencia. Y hoy más que nunca, uno de los objetivos es proteger a los niños del calor: «Este año está haciendo un calor enorme en los campamentos. Los mayores dicen que están viviendo el calor más duro que han sentido. Por lo tanto, es importante proteger a los niños del calor».

Vacaciones en paz también aporta otros beneficios a los niños y niñas saharauis. «Se les da la posibilidad de recuperar la salud que les roba el desarraigo –explica la coordinadora del programa–. Con las cinco comidas que hacemos aquí, se cura la anemia que pueden tener, se recogen las vitaminas, se cogen unos kilos… algunos crecen los días que pasan aquí».

También se someten a revisiones médicas para solucionar posibles problemas de salud. Y se les ofrece, señala Eizagirre, «una nueva vida, otra cultura, un nuevo paisaje, los colores. Piensan, viven en el desierto, están acostumbrados a ver sólo el marrón. Aquí tenemos montañas, árboles, arroyos». Y también mar, algo nunca visto por estas niñas y niñas saharauis.

Sareetara

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